diciembre 23, 2005

LAS NUBES DEL ISLAM

Nuevamente el nombre del Islam se ha visto forzosamente relacionado con la conducta de sus mal llamados defensores, quienes arguyendo el sagrado nombre de la religión de la Sumisión, han perseguido, en Irán, durante los últimos 27 años, a una minoría religiosa de más de 300 000 miembros, bajo cargos que se relacionan exclusivamente con las convicciones religiosas.

Las estructura institucional de los bahá'ís de Irán fue disuelta por decreto del gobierno, los bahá'ís acataron dicha disposición, en el espíritu de la ley bahá'í que les instruye a ser obedientes al gobierno del país en que residan; pero ni aun esto atrajo la condescendencia del gobierno de Irán, el cual inicio arrestos y juicios sumarios a quienes en el pasado habían sido miembros de dichas instituciones, haciendo la ley retroactiva, lo que en cualquier parte del mundo civilizado despertaría una por demás justa demanda de enmienda por parte de las cortes.

Resulta increíble que la sociedad islámica, habiendo sido siglos atrás refugio de pensadores libres, se haya convertido en un abanico de monstruosidades contra la libertad.

En Irán, hace apenas unos días, el 15 de Diciembre, el Sr. Dhabihu'llah Mahrami, un bahá’í, falleció después de 10 años de encarcelamiento, las causas de la muerte no podrán ser conocidas mientras la situación para los bahá'ís de Irán continúe siendo de hostilidad por parte de las instituciones gubernativas. Por lo menos otros 8 bahá'ís sufren prisión en Irán por causa de se lealtad a la Fe Bahá'í.

El ‘cargo’ por el cual al Sr. Dhabihu'llah Mahrami se le procesó fue APOSTASÍA. Aunque sea difícil creer, en Irán un musulmán está impedido de abrazar una convicción religiosa diferente, so pena de muerte. Otro elemento para la sorpresa, en este caso en particular, es que el Sr. Mahrami nunca fue musulmán.

Es así como el fanatismo religioso y la intolerancia vienen nuevamente a intentar relacionarse con el Islam, en un esquelético favor a la religión de Muhammad. Así se opaca el nombre de una religión cuyos antiguos practicantes han sido protagonistas de primera línea en la forja de la civilización.

La Asamblea General de las Naciones Unidas ha expresado seria preocupación por la situación de los Derechos Humanos en Irán por 18va vez.

Irán continúa desatendiendo los llamados internacionales a proteger los derechos a empleo, jubilación, propiedad, educación, servicios de salud y de vida misma de los que ha privado a los bahá'ís desde la toma del poder por la casta religiosa en 1978, casta que desde los inicios de la Fe Bahá’í en Irán, hace más de 160 años, ha venido hostigándola en el interés de desaparecerla. Más de 200 bahá'ís desde 1978 han sido ejecutados en Irán, miles han sido encarcelados por diversos periodos, despedidos de sus empleos, expulsados de sus centros de estudios, etc. Sin embargo, las acariciadas expectativas del gobierno de Irán parecen esfumarse en la, aunque antigua, aún vigente descripción que hiciera un hombre musulmán hace más de 100 años:

Es imposible que puedan deshacerse completamente de estos bábís (esta es la forma en que se conocía a los bahá'ís en aquella época), porque ellos son como plantas. Florecieron primero en Shiraz; en Shiraz los agarraron, los maltrataron, los mataron y los arrojaron, y saquearon sus viviendas. Ellos entonces retoñaron en Abadih y en Isfahán; también en Abadih y en Isfahán los mataron, pero ellos retoñaron en Yazd y en Nayríz, otra vez allí los encarcelaron, los decapitaron y los quemaron, agarraron a sus niños y sus familias. Ellos retoñaron en Kashán, en Qum y en Teherán; también en Teherán cortaron sus raíces. Ellos retoñaron en Khurasán y levantaron sus estandartes, se fueron a Mazindarán, y durante un año entero un sinnúmero de soldados y el ejército del gobierno los atacaron; fueron matados hasta que la mayoría de los bábís fueron exterminados. Pensaron que habían destruido completamente las raíces de la causa bábí, pero en Qazvín y en Zanján retoñaron aun más. Otra vez los encarcelaron, los saquearon y mataron, pero los bábís retornaron en Tabriz y Adhirbayján. En Tabríz mataron al Báb, que era el fundador de su Fe; en poco tiempo retoñaron en cada ciudad y cada pueblo. En Teherán, después del atentado a Nasirid Din Shah, mataron a tantos de ellos que empezó a correr un río de sangre. Los desterraron a Baghdad, a Constantinopla, y de allí a Adrianópolis. Y ahora han retoñado en Egipto; aquí también los agarraron y los encarcelaron y sólo Dios sabe en donde irán a retoñar ahora. Exterminar a esta gente es imposible, ustedes vieron, que mientras más los persiguen más crecen. (…)

Personalmente, espero que medidas más serias sean tomadas por la comunidad internacional con respecto a Irán, aparte de las taciturnas declaraciones de la Asamblea General, y se permita así el acceso a los derechos no sólo a los bahá'ís, sino también a cristianos, judíos y kurdos, entre otros.

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